Resumen
El recién nacido tiene un mecanismo de succión relativamente bien desarrollado, que constituye su forma de contacto más importante con el mundo exterior. Por lo tanto, la succión no nutricional en los lactantes se considera universal y normal. Aún no se ha establecido el punto en que la succión no nutricional se hace un hábito y no se considera normal. Existen varios hábitos de succión no nutritiva, pero la succión de pulgar, otros dedos y el chupete son los más frecuentes. Las causas que llevan a realizar la succión no nutritiva son multifactoriales, pero se ha visto aumentada en el mundo occidental relacionada con situaciones socioeconómicas altas, como también la influencia de las presiones sociales, responsabilidades de los padres, conflictos familiares, etc. Las diversas teorías respecto a la succión no nutritiva no son completamente incompatibles. Más bien sugieren que debe ser considerada como un patrón de conducta de naturaleza multivariada. Los efectos de la succión no nutritiva en la dentición en desarrollo son mínimos en niños de hasta 3 años, y suelen limitarse a cambios en la posición de los incisivos. A partir de esta edad la deformidad va a depender de la tríada: intensidad, frecuencia y duración; además de la posición de los dedos o chupetes, y el patrón morfogenético del individuo. Todo desplazamiento de los dientes tiende a resolverse en un alto porcentaje de los casos si el hábito se interrumpe antes de que erupcionen los dientes permanentes. Por tanto, es mejor postergar el tratamiento hasta el período final de la dentición caduca o en una etapa de dentición mixta. Las medidas activas para desalentar la succión no nutritiva están contraindicadas en los niños pequeños. Un período de espera vigilante es lo que casi siempre tiene éxito, ya que la mayoría de los niños abandonan espontáneamente el hábito entre los 2 y 4 años de edad. El odontopediatra debe incluir en su práctica la prevención y curación de los factores etiológicos y la aplicación de simples tratamientos interceptivos o precoces, debiendo ser capaz de: reconocer deformaciones incipientes, entender la etiología de la deformación, instituir medidas preventivas y realizar métodos correctivos simples. El enfoque multidisciplinario será necesario para realizar los tratamientos (fonoaudiólogo, psicólogo, pediatra, odontopediatra, ortodoncista, etc.) atendiendo así en forma integral al individuo.(AU)