Resumen
Si bien no podemos influir en el genoma se pueden influir sobre la remodelación ósea, es decir en la expresión de la información genética del individuo. La maduración del niño implica un proceso de adquisición y aumento en la complejidad de sus reflejos. El control de la postura y el movimiento en todas las diferentes funciones que se desarrollan para la vida en la evolución del niño, influyen sobre la forma, tamaño y disposición de las estructuras, porque los tejidos están en estadios más inmaduros y es en este periodo donde obtendremos una mejor respuesta. Entre el primero y los 3 años aparecen las funciones y entre los 3 y los 5 años se realiza el perfeccionamiento de las mismas. Es entonces que podemos decir que antes de los 6 años es el período ideal para el tratamiento temprano.(AU)